Sonó mi teléfono. Estábamos a punto de cenar, los niños estaban poniendo la mesa, mi hermana y mi cuñado estaban duchándose juntos y mis padres preparaban juntos la comida. Corrí hasta la calle cuando escuché mi teléfono y vi la persona que llamaba: Dani. Dani, después de cuatro días sin hablar con él.
Llegué de Mollet. Había ido a pasar el fin de semana y él como siempre que podía me esperaba a la salida del aeropuerto. Me hizo más ilusión de lo normal, no sabía exactamente porqué. Quizás era la ilusión y la emoción de que él fuera a conocer a mis padres o tal vez tan solo le echaba de menos.
Corrí hacia él, me besó, con su forma especial de dar besos. Me rodeó por la cintura con su brazo izquierdo y arrastró la maleta hasta el coche a la vez. Como siempre.
Todo iba genial. Seguía y sigo sin saber porqué, pero era un día del todo especial. Decidimos ir a cenar al restaurante que hay debajo de la casa de Dani. Allí decidí decirle que mis padres nos habían invitado el fin de semana a casa, con ellos. Al fin les iba a conocer. Sería un día importante para mí, para él, para ellos, para todos.
Tenía miedo, de decirlo él podría contestar cualquier cosa. Me esperaba su sonrisa de lado acompañada de un "sí", pero al contrario...
-¿Este fin de semana? ¿los dos?
-Claro, tonto.
-Me encantaría...
-¿Sí?-sonreí ampliamente.
-Sí... pero tengo que ir a León a arreglar unos asuntillos del nuevo espectáculo.
Solté su mano de golpe, respiré hondo y bajé la mirada al plato.
-Eh, no te enfades. Podemos ir otro día.
-No estoy enfadada.
-Te conozco mejor que nadie.
-Pues quizás no me conoces tanto.
Quizá fue duro lo que le dije en ese momento. Tal vez no debería haberlo soltado tan de repente, no quería decir eso solo que a veces decimos cosas que no pensamos, simplemente por rabia.
Terminamos de cenar, no cruzamos más palabras. No volvimos a mirarnos.
Me había comportado como una niña caprichosa que necesita conseguir lo que quiere pero yo no lo sentía así.
Cuando salimos a la calle retomamos la conversación.
-Yo me voy a casa, necesito descansar... Tener sobrinos cansa demasiado.
-Hemos venido en coche.
-Lo sé, prefiero dar un paseo.
-Que no quieres ir conmigo, no te preocupes, dilo.
Volví a respirar hondo, conté mentalmente hasta diez.
-Siento no conocerte tan bien como creía y no poder darte o que necesitas.
Dio media vuelta y caminó hacia su coche. No dejé que mi orgullo se perdiera como ya lo había hecho tantas veces. Esta vez no sería yo quien diera su brazo a torcer.
Me puse todo lo recta que pude y dando un paseo todo lo rápido posible llegué hasta mi casa.
Dos día después tenía echa la maleta y estaba de camino a Mollet. Él no vendría conmigo, él escaparía con la escusa de tener que arreglar cosas en León.
Que no quisiera venir me hizo plantearme tantísimas cosas...
Seguía sonando sin parar el teléfono. Debía contestar pero no estaba segura. Podría acabar en tantas cosas una simple conversación...