viernes, 6 de septiembre de 2013

Capítulo 30: Sí.

"¿Confías en mí?"
Dicen que a lo largo de nuestras vidas todos vivimos al menos un segundo interminable. Para mí ese fue uno de los míos. ¿Podía confiar en él? Se había hecho horas y horas de viaje para llegar hasta mi casa, pero había habido tantos errores a lo largo de nuestra relación... Sentía que podía confiar en él, que todo esto podía salir para adelante, pero mi cabeza me gritaba que no, que quizás si se había producido todos estos errores era porque una parte de nosotros o quién sabe, del universo, quería que nuestra historia no acabara bien. 
Suspiré, mis ojos se secaron y pestañeé, en ese mismo instante, mis ojos se llenaros de lágrimas, lágrimas que no podía dejar caer. Tenía que ser fuerte, reponerme y darle una contestación. Pero ese no era el momento.
-Dani,-le cogí de las manos.-tenemos que hablar.
-¿Eso es un no?
-Eso es un tenemos que hablar.
Al remarcar mis palabras me dí cuenta de la última vez que alguien dijo esas palabras, fui yo y tan solo sirvió para destrozarme durante días y días.
Caminamos en silencio hasta una ladera alejada del pueblo, se dejaban ver las estrellas, y la Luna tenía una especial luz blanca, que dejaba iluminados nuestros rostros.
-¿Y tú confías en mí?
-Claro que confío en ti, Anna.
-No lo haces, Dani.
-¿Qué te hace pensar eso?
-Que sé por qué no quisiste venir. Porque te daba miedo conocer a mi familia, porque sabes que ellos lo saben todo.-agachó la cabeza.-
-Pero...-le corté.-
-Eso no es confianza, Dani. Si confiaras en mí de verdad te hubieras venido conmigo a conocer a mi familia porque miles de veces te he dejado claro que el pasado para mí es tan solo eso, pasado.-se hizo el silencio, el silencio más sepulcral que he escuchado nunca.-Daniel, siento que utilizas eso de excusa, que no lo sientes de verdad. Que no te importo.
-Anna yo...-mis ojos se llenaron de lágrimas, esta vez sí.-Yo confío en ti, y lo sabes. No estoy seguro, pero no de si seguir con todo esto o no... Anna, no estoy seguro de estar a tu altura. Yo te quiero, te quiero e intento esforzarme, sé que la he cagado un millón de veces pero no he dejado de intentarlo. Desde lo más pequeño hasta lo que tú y yo sabemos. No lo utilizo como excusa, es solo que es lo que pienso de verdad. Intento dejarlo de lado, no lo hago no porque para mí significara algo, sino porque creo que fue importante para nosotros. Sé que tú me has perdonado, pero a mí me cuesta perdonarme a mí mismo. Ha sido de las peores cosas que he hecho en mi vida, por eso te perdí. No fue fácil pensar que quizás la persona que más había querido en el mundo no volvería hablarme. Puedo ser miles de cosas y hacer mal otras tantas pero ten por seguro, que confío en ti más que en nadie en el mundo.
-¿Entonces qué es lo que falla en todo esto?
-Los dos somos un desastre.-sonreí aún con lágrimas en mis ojos. Me senté a su lado y apoyé la cabeza sobre su pecho. Él me rodeó con su brazo por la cintura.-¿Qué significa esto?
-Que hay muchos chicos en el mundo pero hay muy pocos que un día decidan ponerse en pie y recorrer kilómetros y kilómetros solo para conseguir el perdón de su chica y hay bastantes menos que sean tan desastre como soy yo...
Él sonrió y me apretó más fuerte, besó mi frente y yo le hice unas cosquillas por las costillas.
-Eh, y me he puesto guapo y todo... Que me he comprado una camisa nueva y me he cortado el pelo.-rió.-
-Ya he visto ya...-sonreí.-
La noche no había hecho más que empezar y por el momento todo era perfecto. Aún no soy capaz de explicarme por qué siempre ocurría lo mismo. Nos enfadábamos, y nos enfadábamos tan fuerte que cualquier otra pareja en cualquiera de estas discusiones había terminado, pero nosotros éramos diferentes.
Confiábamos el uno en el otro y eso lo podía todo.




martes, 30 de julio de 2013

Capítulo 29: Conversaciones.

Sonó mi teléfono. Estábamos a punto de cenar, los niños estaban poniendo la mesa, mi hermana y mi cuñado estaban duchándose juntos y mis padres preparaban juntos la comida. Corrí hasta la calle cuando escuché mi teléfono y vi la persona que llamaba: Dani. Dani, después de cuatro días sin hablar con él.
Llegué de Mollet. Había ido a pasar el fin de semana y él como siempre que podía me esperaba a la salida del aeropuerto. Me hizo más ilusión de lo normal, no sabía exactamente porqué. Quizás era la ilusión y la emoción de que él fuera a conocer a mis padres o tal vez tan solo le echaba de menos. 
Corrí hacia él, me besó, con su forma especial de dar besos. Me rodeó por la cintura con su brazo izquierdo y arrastró la maleta hasta el coche a la vez. Como siempre.
Todo iba genial. Seguía y sigo sin saber porqué, pero era un día del todo especial. Decidimos ir a cenar al restaurante que hay debajo de la casa de Dani. Allí decidí decirle que mis padres nos habían invitado el fin de semana a casa, con ellos. Al fin les iba a conocer. Sería un día importante para mí, para él, para ellos, para todos. 
Tenía miedo, de decirlo él podría contestar cualquier cosa. Me esperaba su sonrisa de lado acompañada de un "sí", pero al contrario...
-¿Este fin de semana? ¿los dos?
-Claro, tonto.

-Me encantaría...
-¿Sí?-sonreí ampliamente.
-Sí... pero tengo que ir a León a arreglar unos asuntillos del nuevo espectáculo.
Solté su mano de golpe, respiré hondo y bajé la mirada al plato.
-Eh, no te enfades. Podemos ir otro día.
-No estoy enfadada.
-Te conozco mejor que nadie.
-Pues quizás no me conoces tanto.
Quizá fue duro lo que le dije en ese momento. Tal vez no debería haberlo soltado tan de repente, no quería decir eso solo que a veces decimos cosas que no pensamos, simplemente por rabia.
Terminamos de cenar, no cruzamos más palabras. No volvimos a mirarnos.
Me había comportado como una niña caprichosa que necesita conseguir lo que quiere pero yo no lo sentía así. 
Cuando salimos a la calle retomamos la conversación.
-Yo me voy a casa, necesito descansar... Tener sobrinos cansa demasiado.
-Hemos venido en coche.
-Lo sé, prefiero dar un paseo.
-Que no quieres ir conmigo, no te preocupes, dilo.
Volví a respirar hondo, conté mentalmente hasta diez.
-Siento no conocerte tan bien como creía y no poder darte o que necesitas.
Dio media vuelta y caminó hacia su coche. No dejé que mi orgullo se perdiera como ya lo había hecho tantas veces. Esta vez no sería yo quien diera su brazo a torcer. 
Me puse todo lo recta que pude y dando un paseo todo lo rápido posible llegué hasta mi casa.
Dos día después tenía echa la maleta y estaba de camino a Mollet. Él no vendría conmigo, él escaparía con la escusa de tener que arreglar cosas en León. 
Que no quisiera venir me hizo plantearme tantísimas cosas... 
Seguía sonando sin parar el teléfono. Debía contestar pero no estaba segura. Podría acabar en tantas cosas una simple conversación...




martes, 18 de junio de 2013

Capítulo 28: Como abuelos...

-¿Nerviosa?
-Un poco...
-Mis padres ya te conocen, verás que todo va bien.-acarició mi cara segundos antes de abrir el maletero.-Te lo aseguro. Además están mi hermano y Meri también, y a mis padres le encantas.-sonreí-.
Habían pasado exactamente 3 semanas desde que Dani se plantó en mi casa a las 4 de la mañana y nos dijimos todo lo que nos teníamos que decir. El tiempo había pasado rápido. Al día siguiente le llamaron por lo de su amiga, afortunadamente todo salió genial, además sus padres estaban de viaje y no tuve que enfrentarme a las presentaciones.
Estábamos a finales de Julio y Daniel me propuso ir a visitar a sus padres. Acepté encantada cuando era principios de semana pero mediante iban avanzando los días cada vez que lo pensaba me ponía más nerviosa, aunque exactamente no estaba sola, Meri también les iba a conocer en profundidad y ellos nos iban a conocer a nosotras. Pues bien, ahí estábamos, a minutos de entrar. Mis nervios aumentaban por segundos. Meri y yo no echábamos miradas para compartir nuestros nervios mientras Nacho y Dani nos miraban con ganas mientras nos calmaban.
Cogimos las maletas y avanzamos lentamente -o eso me pareció a mí- hasta la puerta de la casa de sus padres en el pueblo. Dani se encargó de llamar al timbre y a los pocos segundos después de oír unos "ya voy" se abrió la puerta. Tina nos miraba sonriente, igual que todos nosotros a ella.
-Hola chicos.-nos saludo amablemente y sin cesar su sonrisa. Dani le dio un beso instantes después de que lo hiciera Nacho.-
-Mamá, está es Anna.-soltó la mano por la que me tenía agarrada de la cintura.-
-Encantada.-le di dos besos y dejé paso a Meri y a Nacho que repetían lo ocurrido-.
La madre de Dani nos invitó a pasar y nos comentó que su padre había salido con unos amigos a la plaza del pueblo.
-¿Cómo ha ido el viaje?-preguntó cuando dejamos las maletas en las habitaciones-.
-Cansado.-respondió entre risas Dani que había conducido durante todo el viaje, aproveché y le di un beso en la mejilla.-
-La comida estará allá las 2 o 2 y media, si queréis podéis enseñarle el pueblo a estas chicas...
Y así hicimos. Dimos unas vueltas mientras comentábamos nuestra primera toma de contacto con Tina. Meri y yo ya no estábamos tan nerviosas, es más, nos habían hecho sentir como si estuviéramos en nuestra casa.
Íbamos caminando por las calles soleadas y humildes del pueblo cuando llegamos a una pequeña plaza. Ésta tenía una especie de parterres por todos lados con flores de colores. También estaba la gran iglesia con el bar al lado.
-Mira Anna, aquí es donde se hace el baile vermú.-Dani me miró con una sonrisa pícara y sin darme cuenta ya estaba en sus brazos. Empezamos a bailar y pronto todas las miradas se centraron en nosotros.
-Bobo.-reí acurrucándome en su hombro.-Ahora todo el mundo nos mira.
-Aquí todos nos conocemos, no hay fotógrafos, no hay fans... aquí podemos hacer de todo.
Terminamos el paseo y volvimos a casa. En este pequeño recorrido nos había dado tiempo a conocer al padre y a los mejores amigos de los hermanos Martínez.
Comimos y echamos la siesta. Más bien durmió Dani, estaba agotado. La noche anterior no había dormido nada y había estado 4 horas conduciendo desde primera hora de la mañana, era normal.
La tarde paso rápida. Había sido perfecta. Había habido tiempo para todo. Para estar con la familia, para estar con los amigos y ahora llegaba el momento de estar solos. La idea de pensar que sus padres habían vuelto a la capital y estábamos solos en el pueblo donde Dani había pasado gran parte de su vida era maravilloso. Esa confianza que me transmitía a cada paso de nuestra historia que decidía dar.
-¿Cómo quieres acabar la noche?-me miró tierno aunque con su sonrisa pícara.-
-¿Cómo puede acabar?-me tambaleé rodeando su cintura.-
-Están los chicos en el bar. Meri y Nacho van a ir, si la abuela quiere podemos pasarnos por allí y nos volvemos antes para poder jugar.-me picó con el dedo en las cosquillas, sabe perfectamente donde tengo los puntos flacos.-
Me acerqué a él lentamente con una sonrisa, algo cansada pero con ganas del futuro. Me aferré a su cuerpo.
-¿Te parece bien el plan?-asentí sin separarme.-¿sí?-volví a asentir.-Pues vamos a cambiarnos que así vamos con estos dos, ¿va?
Al fin me separé y los dos juntos subimos a cambiarnos. Meri, Nacho y Dani me esperaban en el salón, una tarda en arreglarse. Salimos por la puerta asegurándonos de que habíamos dejado todo bien cerrado. Nacho y Meri se adelantaron y nos dejaron totalmente solos.
-Como te nos has arreglado, Simon, para la noche del bar.
-¿La noche del bar?-le miré intrigada.-
-Sí, nos reunimos ahí todos los paisanetes para hablar y estamos ahí sin hacer nada.
-¿En serio?-reí.-Pues eso es muy de abueletes. Te haces mayor, Martínez.-le piqué en el pecho.-
-Algún día tenía que crecer... Y madurar.-me miró a los ojos y me sonrió. Acaricié sus mejillas con los pulgares y le dejé un beso en una de ellas.-
-¿Nos vamos o qué? estos ya habrán llegado.
-¿Y si no vamos?
-Uy... el abuelete está marchoso está noche.
-Aquí la única abuela que hay eres tú. Lo que pasa es que me estás convirtiendo.
-Te lo tenías que haber pensado mejor hace tres semanas, entonces.
-No hay decisión que haya tomado mejor que la que tomé.
Se acercó lentamente a mí, a mi cintura, a mis mejillas coloradas, estoy segura por el momento y el calor que producía.
-¿Tú eres de estar en casa, no?-se acercó. A penas quedaban centímetros entre nuestros labios.-
-Sí...-esta vez me acerqué yo, con la mirada más ¿sensual? que me pudo salir en ese momento.-
-Entonces... podíamos quedarnos en casa como abuelos... con un pero.
-¿Un pero...?
-Pero haciendo cosas de adolescentes.
Se mordió el labio inferior, a la par, yo posaba las manos justo encima de su nuca y jugaba con su pelo.


CONTINUARÁ...

viernes, 5 de abril de 2013

Capítulo 27: ¿Quieres?

Miro por la ventana.  Las farolas mantienen su particular luz naranja aunque está a punto de salir el sol por completo. Hay una luz especial en el cielo que me encanta. Miro a mi lado sin moverme demasiado. Ahí está él. Tiene una mano bajo la almohada y la otra la pasa por mi cintura. Me incorporo como puedo son las 8 y media, demasiado pronto, no le quiero despertar pero no puedo quedarme más en la cama. Sé que por la tarde estaré deseando dormir pero estoy nerviosa y no puedo parar quieta. Me he despertado unas tres veces por la noche. Voy a la cocina y empiezo a preparar el desayuno. No tengo gran cosa pero supongo que con unas tostadas, un zumo y la leche con café le valdrá… Preparo lo dicho anteriormente y lo pongo en la mesa de forma que queda totalmente colocado con una presentación impecable. Nueve y siete exactamente de la mañana, es hora de despertar.
Me coloco en el lado vació de la cama y mientras observo cada detalle de sus movimientos me acerco a él. Le acaricio el pelo, me encanta, es muy suave y aunque a él no le gusta que se lo toque siempre me deja. Le dejo un beso en su mejilla izquierda, su barbita de 3 días… Mueve la cara, un movimiento divertido que hace que me ría. Lo nota y vuelve la mirada hacia mí. Sonríe sin abrir los ojos. Vuelvo a darle otro beso en la frente y él vuelve a sonreír.
-Buenos días, tonto.
-Si son a tu lado siempre son buenos…-responde con la voz algo dormida como es normal y aún sin abrir los ojos.
-Me he levantado a preparar el desayuno. -sonríe.-Las tostadas son de melocotón pero shhh eso es un secreto.-le susurro al oído.
-¿De melocotón?-abre los ojos manteniendo la sonrisa en su cara.
-De melocotón como a ti te gustan.-vuelvo a acariciarle el pelo. Se incorpora.
-Buenos días, pequeñaja.-me da un toque en la nariz.-Como a ti te gusta.-sonríe dejándome un beso en los labios.
Nos levantamos y vamos a la cocina.
-¿No es un poco pronto Anna? ¿En serio no tienes sueño?
-Estoy reventada de cansancio pero no podía dormir…
-¿Por qué?-se revuelve el pelo.
-Pues porque tenía demasiadas ganas de empezar el día contigo. Aunque ahora que llevo tiempo despierta… a lo mejor hubiera sido mejor idea quedarme en la cama un rato más y hubieras hecho tú el desayuno…-río.
-Lo del desayuno a lo mejor sí, lo de la cama no porque así ahora tenemos excusa para echarnos una buena siesta juntos.-eso último me lo susurra por la espalda, terremoto de 7,8 ataca mi cuerpo al sentir su aliento.
Desayunamos a base de miradas, hacía tiempo que no le miraba con tanta confianza, sin miedo a nada.
Hacemos las cosas de la casa que resulta un poco difícil entre la música y que él en cuanto puede me abraza por la espalda y claro, me lía, pero qué se le va a hacer… Hablamos de dónde comer. Pensamos en varias cosas: picnic, casa… al final nos decidimos por un restaurante que así no nos toca cocinar.
Me visto con un vestido flores que él me pide que me ponga y cojo la chaqueta. Sencilla y cómoda. Guardo una camisa suya de cuadros. Es de invierno pero se remanga las mangas y le vale.
Pensamos unos restaurantes hasta que al final decidimos ir al bar de ayer, donde quedé con los chicos. También era restaurante y tenía buena pinta. Aparcamos el coche en el lugar más cercano y llegamos hasta allí dando un paseo. Pedimos mesa dentro, fuera hace demasiado calor. Pedimos la comida.
-¿Sabes quién me llamó el otro día?
-Sorpréndeme.
-Flo.
-Estaba claro…-me doy aires de sabionda.
-Ya, pero no lo has dicho…-se ríe.
-Porque te veía ilusionado.-me río ante la bobada que acabo de soltar, pero me cruzo de brazos.
-Qué tonta eres, cariño.-me acaricia la mamola..
-¿Qué te digo?
-Nada, estuvimos hablando de los planes que tenemos para el verano y tal... Nada importante.
Seguimos hablando y haciendo tonterías.  Dani va al baño en el piso de arriba mientras yo aprovecho para mirar el móvil. A los minutos llega acompañado.
-¡Raúl!-le doy dos besos y un abrazo.
-Annita, cuanto tiempo…-dice irónico.
-Ya ves.
-¿Qué haces por aquí?
-He quedado con una amiga para comer.
-Ya, con una amiga…-Dani se ríe y le da un golpecito en el hombro.-¿Es guapa?-lo peor de todo esto es que yo también me intereso.
-Dani, que tienes pareja.-bromea como lo acaba de hacer Dani.
-Ya pero…-vuelve a bromear.
-¡Dani!-me hago la enfadada aunque como siempre no puedo soportar no reírme un poquito. Me acerca a él, me deja un beso en la frente.
-Ya veo que vosotros dos bien.
-Es que estamos ante la mejor mujer del mundo. Eh, sin ofender a la que va a venir ahora.-bromea, todo el rato bromeando cuando se junta con Raúl.
-Ya me contó Cris.
-¿Ya te contó? ¿qué pasa? ¿lo sabéis todos o qué?
-Hombre, Annita, ayer por la tarde estuviste rara y todos vimos como hablabais las dos, le preguntamos cuando te fuiste.
-Es normal, Anna.-me calma Dani.
-Visto así…-nos sentamos en nuestra mesa.
-¿Y entonces qué? ¿ahora ya se os puede llamar “parejita” sin que se monte un silencio incómodo?-nos reímos porque tiene toda la razón. Siempre que nos lo llamaban en Otra Movida para hacer la broma de las fans nos mirábamos y ninguno de los dos hacía ni decía nada más.
-Se supone que sí.-contesta Dani con una sonrisa. Ahora mismo me acercaba a él y le llenaba de besos pero no es plan, me conformo con acariciarle la mano.
Raúl sale a la calle a esperar a Adriana, ellos tienen la mesa a nuestro lado, quizás no es lo que queríamos Dani y yo pero creo que cada uno estará a su rollo. Alguna vez me había hablado de ella y le gusta bastante, no creo que esté muy pendiente de nosotros.
Llega nuestra comida y a la vez entra la parejita al restaurante. Adriana es súper guapa y cuando llegan a su mesa Raúl se porta como una caballero arrimándole la silla y todo. Dani le guiña un ojo en señal de seguridad y continuamos comiendo mientras comentamos.
-Estos dos acaban juntos, te lo digo yo.
-No seas cotilla, Anna.
-Bueno… es que es verdad. Mira como la mira.-Dani les mira y se ríe.-¿Qué pasa?
-Que como tú y yo pongamos esas caras al mirarlos no sé qué será de nosotros.-me río.-Oye Anna, que yo tengo que ir a León esta tarde ya. A lo mejor mañana puedo venir pero yo tengo que irme.
-Me has prometido una siesta…
-Una siesta, pero después me voy ¿vale?
-Vaaaaaaaale…
Seguimos hablando ahora de otras cosas. Lo que pensamos hacer ahora… demasiadas cosas para contarlas.
Terminamos, pagamos y después de despedirnos de Raúl, que nos presenta a Adriana, salimos. Damos otro paseo hasta el coche. Las calles están despiertas como es normal un día de verano a las 4 y media de la tarde. Abre el coche, cuando estamos a punto de irnos Dani recibe una llamada así que sale del coche y contesta. Pongo la radio mientras le espero. Cuando entra se sienta, suspira y se tapa los ojos evitando que yo los vea. 
-Dani, ¿qué pasa?
-Anna, tengo que ir ya a León.
-¿Por qué? ¿Qué ha pasado?
-Una amiga ha tenido un accidente de tráfico y quiero ir al hospital, necesito estar ahí. Está grave. Así que te llevo a casa y me voy.
Dirección a mi casa, silencio en el coche. Él está firme, aunque yo sé que en realidad no está así. Llegamos al portal.
-¿Estás bien?
-Supongo.
-Dani sé que es muy precipitado, que toda tu familia estará ahí pero que si lo necesitas yo voy contigo.-me mira.-Quiero decir que hace unas horas ni nos hablábamos pero eso no quiere decir nada. Si tú quieres que vaya iré. En fin, conozco a tus padres, a tu hermano, a tus amigos... Y a lo mejor si me resulta difícil pero da igual.
-¿Estás segura?
-Sí, lo llevo pensando todo el camino. Seguro que a ti te viene bien.¿Quieres?


CONTINUARÁ...




lunes, 1 de abril de 2013

Capítulo 26: Cuando se juntan dos ríos.

3 y media de la mañana. Ojeras en mis pómulos y lágrimas por mis mejillas, llaman a la puerta. Me recojo el pelo en un moño y me limpio rápidamente la cara. Abro la puerta cuando me encuentro con lo menos esperado. Mis ojos se abren como nunca lo habían hecho y mi mano suelta de golpe el manillar de la puerta. Mis piernas tiemblan y mi cabeza no sabe cómo reaccionar.
-Hola.
-Ho...hola.-consigo hablar yo.
-¿Has llorado?-pregunta con un tono de preocupación notable.
-Se nota.
-Bastante.-me seca las últimas con el pulgar de su mano derecha.
-¿Qué haces aquí a estas horas?
-Te dije que estaba en León. He salido en cuanto me llamaste.
-¿Y te has hecho ese viaje solo...?-me corta.
-Para arreglar las cosas, para dejar que me explique. Si quieres, vamos...-se pone la mano sobre la nuca.
-Pasa.-respondo seca.
Nos sentamos en el mismo sofá donde pasó la última vez.
-¿Qué vas a decirme? lo digo porque creo que ya lo estoy pasando bastante mal.
-Pues que... Joder Anna, que lo siento. Que soy una mierda de persona que no sirve ni para tratar como se merece a una mujer perfecta de la que estuve, estoy y siempre estaré enamorado.-ha ido aumentando el volumen de sus palabras a medida que avanzaba y se ha puesto en pie.-Pero supongo y comprendo que eso a ti ahora te da exactamente igual porque lo jodí y no hay forma de arreglarlo por mucho que haga o diga.-coge la chaqueta.-Lo siento.
-Eh, no te vayas.
-¿Qué?
-Explícate bien. Desde el principio.
-¿Y por dónde quieres que empiece?-se sienta.
-Pues... por el principio.
-No recuerdo el día, solo sé que era sábado. Estaba en León con los chicos. La noche ya estaba bastante avanzada y una chica empezó a hablar conmigo. Yo ya estaba bajo los efectos del alcohol y le seguí el juego. No recuerdo lo que pasó más adelante. Sé que me desperté en su casa y que en ese momento se me cayó el mundo encima y no precisamente de la resaca. 
-¿Y qué sientes al pensarlo, al recordar esos momentos?
-Lo que sentí ese momento, asco hacia mí mismo.-pasan unos segundos eternos que se me hacen horas que a la vez se me hacen días.-¿Qué dices?
-Todos cometemos errores pero no todos somos capaces de sacar lo que sentimos y de pedir perdón con sinceridad. Yo también me equivoqué cuando no dejé que te explicarás, yo también lo siento.
-¿Me perdonas?
-Dame un abrazo y desmuéstrame que de verdad tienes ganas de que lo haga.
Me mira y le afirmo con la cabeza aún sin sonreír. Tímidamente se acerca a mí y me rodea con sus brazos. Nota como aún con timidez me acomodo en su hombro, él hace lo mismo sobre el mío. Su barba roza mi piel y unos terremotos capaces de ser medidos por la escala de Richter recorren mi cuerpo.
-Oye, Dani, antes has dicho una cosa.
-¿Qué?
-Que estás enamorado.-sus mejillas cogen su característico color rojo y se lleva la mano a la nuca.-¿Qué pasa?
-Me da vergüenza porque te lo he dicho a ti y claro, pues eres tú y ahora lo sabes todo...-sonríe nervioso con la cabeza mirando al suelo.-¿Y qué pasa?
-Pues que si quieres que volvamos a intentarlo.
-¿Aún me quieres? ¿cómo alguien como tú puede querer a un gilipollas como yo?
-Eh, tú no eres gilipollas, no digas eso. Y mira, al día siguiente me dije a mí misma "Anna, tú a este en dos días le has olvidado" pero sin embargo me he pasado las semanas encerrada en casa y no he sido capaz de cambiar el fondo de pantalla del móvil, ni de quitar las fotografías del dormitorio. Y hoy por la tarde cuando terminé la conversación con Cris, cuando me iba, ella me soltó: "le llamarás porque le quieres." Y tenía razón.
-¿Entonces cuando me dijiste que querías arreglar las cosas como amigos...?
-No me vi capaz de decirte la verdad, ¿qué te iba a decir cuando creía que tu pasabas ya de mí?
-Pero ¿qué te voy a criticar yo?-levanta las cejas.
-Respóndeme a una pregunta. ¿Quieres?
-Claro.
-¿Quieres empezar a pintar de colores un libro en blanco o continuar pasando páginas negras del libro del pasado?
-Tengo ahí una caja de pinturas de varios colores.-sus ojos brillan, casi tanto como los míos. Sonreímos. Nos acercamos.-Eh pero Anna. Tienes que estar segura. A mí me cuesta esto. En mi vida he tenido una relación estable.
-Con Cris...
-¿Con Cris? El día que no discutíamos era porque no nos veíamos, Anna. Duró mucho pero nada fue de verdad. Y por eso y más después de lo que ha pasado no quiero hacerte daño. Tú mereces alguien a tu altura.
-¿Qué dices Dani? ¿A mi altura? soy una torpe, me caigo a la mínima. Sin embargo por mucho que vayan mal las cosas tú siempre estás de pie, tú siempre estás para proteger. Tenemos un buen equilibrio. Yo reparo tu errores y tú los míos. Tú estás para dar mensaje positivo cuando todo va mal y yo para ser realista...-se hace el silencio. Hablo yo.-Además que... los dos nos queremos ¿no? Los dos somos ya lo bastante adultos para poder afrontar esto aunque no sea con facilidad pero dicen que cuando dos ríos de las mismas aguas se juntan la corriente se hace tan fuerte que nada, ni los mejores puentes o presas son capaces de poder con ella.
-Visto así que empecemos vuelve a ser coherente. ¿Estás segura de esto? Quiero decir que... en menos de media hora hemos pasado de no poder mirarnos a los ojos a decidir empezar una nueva relación.
-Bueno, eso es lo que nos hace especiales. Y tú mismo lo has dicho: "una nueva relación". Nueva. Sin errores, haciendo las cosas bien. Sin prisa pero sin pausa, avanzando juntos cada día... No sé Dani. Yo quiero intentarlo y si esta vez de verdad no funciona pues es que a lo mejor es lo que quiere el destino. Pero yo te quiero y tú me quieres, ¿por qué nos vamos a dar por vencidos a la primera? No. Hay que levantarse y poder. ¿Ahora estás seguro?
-Seguro.
Sonreímos. Nos acercamos. Noto como su corazón late al mismo ritmo que el mío, como el zoológico de nuestros estómagos se revoluciona de nuevo, veo como nuestro aliento se acerca sin miedo.
Disfruto el pilla-pilla al que juegan nuestras lenguas.Noto como nuestras manos inquietas se colocan en mi caso en su espalda y en el suyo en mi cintura. Tras el esperado beso sonrisas reinan en nuestras caras.
Nos ponemos de acuerdo con unas cosas que tenemos que tener en cuenta. Por ejemplo yo le digo de llevar una relación discreta y él está totalmente de acuerdo, él me dice de que aunque llevemos una relación discreta que podamos ir por la calle cogidos de la mano, abrazados o dándonos besos y ahora mismo eso a mí no me importa. Me dará igual salir en revistas si es por ser feliz, acepto encantada. Y así hablamos una base de minutos en los que todo marcha bien porque cada uno está de acuerdo con lo que dice el otro.
-Anna, cariño...-cariño dice, ¿cómo no le voy a querer?-me tengo que volver a León.
-¿Qué? estás loco. ¿tú sabes qué horas son? ¡Tardas 4 horas en llegar allí!
-Ya pero había salido y me vine aquí sin pasar por casa y no llevaba las llaves de casa.
-Bueno, a partir de ahora tienes una casa más.-me acerco agarrándome de los cuellos de su camisa.-Quédate y mañana por la mañana vuelves para allí.
Le conozco y sé que normalmente se hubiera puesto cabezota y hubiera vuelto a pesar de la hora pero esta vez con poco insistir ha valido. Nos metemos en la cama. Nota mis escalofríos, no sé si producto de los nervios o de que verdaderamente en la habitación hace un frío helador, por eso me acerca a él y me rodea con sus brazos. Me pega a su pecho, trago saliva y le rozo con mis manos lentamente de forma lineal por su brazo. Se acerca a mi cuello, su barba me hace cosquillas y suelto una minúscula carcajada que hace que él suelte una parecida. Me aparta el pelo y me da un beso.
-Buenas noches. Gracias por ser como eres.

"Cuando se juntan dos ríos se hace fuerte la corriente"

CONTINUARÁ...


viernes, 29 de marzo de 2013

Capítulo 25: Esa es la cuestión.

Por lo que escucho en la radio tan solo han pasado dos semanas desde que Dani lo confesó. Semanas que se me han hecho meses, quizás porque... no, eso no.
Voy de camino a un bar nuevo que me han recomendado los chicos, he quedado con ellos. Seguramente me vendrá bien para olvidarme un poco del último mes, además tengo muchas ganas de verles, también se me han hecho meses por eso.
Llego allí. Le doy dos besos a cada uno. También han ido las chicas. Tere, Cris, Moni, Meri y seguro que falta alguna por llegar. Nos sentamos y hablamos un poco mientras pedimos nuestras bebidas.
-Annita, quiero hablar contigo.-tras media hora de estar sentados todos juntos hablando Cris me dice eso. Estoy nerviosa, creo de lo que va y no quiero hablar del tema pero supongo que será importante. Salimos a la calle y nos ponemos en la esquina de espaldas donde nadie nos puede ver.
-¿Qué pasa?-me cruzo de brazos.
-La semana pasada estuve hablando con él.-se refiere a Dani, fija su mirada en mis ojos y eso me incomoda un poco.-Me pidió que no te dijera nada pero es que creo que necesitas oírlo y él necesita que alguien te lo diga.
-Cris, si no quiere que me lo digas es por algo. Lo nuestro se terminó cunado él decidió irse a dormir con una cualquiera sin pensar en mí.-me doy la vuelta cuando me coge del brazo.
-¡Espera!-me doy la vuelta otra vez.- Anna, él no lo sabe pero en el fondo necesita comunicártelo y él no se atreve.
-Ya. Creo que después de decirme lo que me dijo se puede atrever a eso y a más, Cristina.
-¡Él te quiere!
Se me para el mundo antes sus palabras aunque no reacciono de ninguna forma. Lo único que me queda es mi orgullo y aunque yo no soy muy de hacerlo prefiero esta vez no dejarlo por los suelos.
-Ah, ¿sí? así lo demuestra.-me muestro ofendida a la vez que enfadada.
-Anna, deja de ser lo que no eres y llámale.
-¿Llamarle yo? Claro, sí, soy yo la culpable de todo esto.
-No joder, Anna. Pero él no va a dar el paso porque se siente una mierda.
-Yo también me sentiría así, si te digo la verdad.-vuelvo a darme la vuelta, aunque esta vez sin ningún gesto vuelvo a darme la vuelta.-¿Y qué me va a decir?
-Pues lo que siente. Sabes cómo es él como nadie, sabes que le cuesta dar el primer paso pero que cuando lo da se tira a la piscina.
-Está bien, le llamaré.
Esta vez sí que me doy la vuelta y no vuelvo.
-Le llamarás porque aún le quieres.
Hago oídos sordos aunque en realidad lo necesitaba escuchar porque es la pura realidad. Engañarse no sirve para nada así que lo admito. En el fondo necesitaba coger el teléfono y escuchar su voz. Lo intenté un par de veces cuando mi orgullo aún no se había puesto en pie y no tenía nada que perder pero en el momento de darle al botón verde de la llamada era incapaz de ello.
Discurre la tarde como todas aquellas tardes de trabajo. Cómo les echaba de menos. A ellos, a ellas, a sus gilipolleces y por supuesto a las mías y a mis ganas de reír.
Se me ha pasado muy rápido, ya son las 10 y media y cuando salí de casa eran las 6 y media. Miro el teléfono cuando llego a casa y veo el fondo. No lo he cambiado, no he sido capaz por mucho que me doliera cada vez que miraba la hora.
11 menos cuarto de la noche. Tras 15 minutos de pensamientos consigo teclear su móvil y darle al verde.
Comunica. ¿Por qué comunica? no quiero que comunique, no es el momento.
-¿Sí?-contesta.
-¿Dani?
-¿ANNA?-se corta en seco, al igual que yo no se lo esperaba.
-Parece que al menos no se te ha olvidado mi nombre.-respondo seca.
-Anna yo...
-¿Tú qué?
-¿Por qué me llamas?
-Si quieres te cuelgo y nos olvidamos para siempre. Tú eliges.
-Anna yo... no es el momento.
-¿Estás demasiado ocupado en buscarte otra morena con la que jugar a desnudaros?
-Anna, te pido que no me lo pongas más difícil.
-Qué ironía. Ahora la que pone las cosas difíciles para nosotros es Anna...
-No he dicho eso. He dicho que ya que lo estoy pasando mal y no consigo salir del bache, que por lo menos no me trates así.
-Te he llamado para intentar arreglar las cosas ¿Y sabes por qué?
-¿Por qué?
Me callo. No puedo decírselo, no puedo.-Pues... porque... has sido mi amigo muchos años y paso de quedar mal contigo.
-Ah. Claro.-no esperaba esa respuesta, esperaba lo que realmente es pero si él no habla yo tampoco.
-¿Te pasas por casa y hablamos o qué?-doy un par de vueltas por el salón, los nervios están empezando a apoderarse de mí.
-Estoy en León.
-Bueno pues cuando vuelvas si te da la gana me llamas y si no pues nada...
Cuelgo. Seguro que ha notado el nudo de mi garganta. Yo quería que viniera. Que viniera para hablar y seguramente arreglar las cosas. Olvidarnos de todo y volver a ser lo que éramos. Cuando Cris me dijo que le quería aún, se me calló el mundo encima por el simple hecho de que son las palabras que menos ansiaba recibir pero las que más necesitaba escuchar para darme cuenta de la verdadera realidad. Y ahora a él no le veo con la misma iniciativa que yo. Dudo que esté en León. Quizá es que se ha olvidado de mí pero no quiere hacerme más daño con sus palabras. Quizá lo único que quiere es protegerme.
Querer o no querer, esa es la cuestión. 

CONTINUARÁ...


jueves, 21 de marzo de 2013

Capítulo 24. Mi verdad sobre el "tenemos que hablar".

La mayoría de la gente tacha los "tenemos que hablar" de finales, de malas vibraciones y hasta ahora yo también lo veía así. Pero cuando estas deseando saber la verdad sobre algo, cuando tu futuro pende de ese hilo os aseguro que los "tenemos que hablar" no dan miedo. Es una cosa que aunque tu cabeza no lo sepa llevas esperando demasiado tiempo como para que a la hora de la verdad seas capaz de echarte para atrás.
Pasamos la noche de ayer todo el equipo junto, como buena familia. Fue espectacular, lleno de emociones. La última cena todos juntos...
Al final de la noche no sé cómo lo conseguimos gracias al alcohol pero quedamos en que hoy por la noche hablaríamos.
Comienza mi día a las 12 de la mañana con ganas, nervios pero segura. Manzanilla tras mirarme las ojeras en el espejo. Un sol radiante entra por la ventana, como hacía días que no lo veía. Pongo música para ordenar la casa. Estoy bastante sorprendida conmigo misma. En otras ocasiones me tiraría en la cama a esperar que pasara el día, pero hoy no, hoy nada me puede parar. Desconecto el móvil, no quiero que nada ni nadie estropee el principio de este día. No quiero que nada ni nadie lo estropee porque principalmente solo puede acabar de dos formas y una puede ser la peor y la elegida.
Da igual, da igual, desconecta, Anna, desconecta.
Cojo el coche, hacía semanas que no lo cogía, supongo que no se me habrá olvidado como se conduce, supongo... Me río al pensar en esto. ¿Qué clase de gilipolleces está soltando mi mente hoy? Voy a un descampado sin arreglarme mucho, short y camiseta blanca. Gafas de sol y pelo al viento. Después de correr un rato-cosa extraña en mí, no me reconozco.-cojo la cámara y empiezo a sacarle fotos al cielo, al Sol, a todo lo que se me pone delante.
Es hora de volver a casa y preparar algo de comer. Vuelta a la música positiva de Pereza, vuelta a mi pantalón de chándal corto rosa y por desgracia vuelta a la cocina. Ensalada de pasta, cómo me gusta y cómo apetece.
Tras comer me tomo la libertad de echarme una siesta de una hora. No pensaba que se fuera a alargar tanto pero con el calor que hace y lo vaga que estoy últimamente no podía ser de otra forma. Son casi las 6 de la tarde y comienzo a preparar lo de esta noche. Cojo un vestido veraniego de flores, sé que a él le encanta. Además miro platos para la cena. También sé que a él lo que le gusta es lo normalito así que con una tortilla de patatas y una ensalada bastará. Cenaremos en la terraza, con vistas a la inmensidad de Madrid.
Dos horas y media han pasado ya. Vestido puesto y cena preparada, pelo peinado y ligero maquillaje puesto en la cara. ¡Timbre!
-Buenas.-lleva una camisa clarita de manga corta con una corbata de vestir y unos vaqueros. Está totalmente despeinado, como a mí me gusta. Sonrío.-Llevo llamándote todo el día, ¿dónde te has metido?
-Apague el teléfono por la mañana y se me ha olvidado encenderlo...-le hago pasar y cierro la puerta.
-¡Anda que si me llega a pasar algo!-bromea.
-No digas eso, tonto.
-¿Quién ha quemado su cocina preparando la cena de hoy...?
-¡Yo!-pego un salto, él se ríe.
Cenamos riendo aunque se notan los nervios de ambos. Es la hora de la verdad.
-Tú dirás.
-Prefiero que nos sentemos en el sofá, es más cercano.-tiene razón, así hacemos.-Anna, necesito que dejes que me explique.
-¿Acaso no lo estoy haciendo?-río con los ojos abiertos como nunca.
-Sí, pero a partir de ahora también, por favor.
-Está bien.-me entra miedo, primera sensación negativa. Supongo que los "tenemos que hablar" al fin siempre traen las mismas sensaciones.
-A ver...-se frota la cara.-Si decidí dejarte, Anna, es para que no lo pases mal. No mereces lo que te estoy haciendo, tú no.
-Pero eso ya me lo dijiste hace semanas.-más miedo, más.
-Ya...-se muerde el labio inferior.-Anna, te he engañado.
Suelto su mano de golpe. Pensamientos contrarios recorren mi mente, no me dejan reaccionar de otra forma. Intento dejar que se explique como él me ha pedido pero no era esa la imagen que tenía de él y me echo a llorar en cuanto pronuncia esas palabras.
-Dani...
-Anna, deja que me explique por favor.
-Yo... no quiero enfadarme contigo, no quiero acabar mal.-sollozo.-pero es que eso no me lo esperaba Daniel. ¿Con quién?
-No la conoces.
-¿Qué tiene ella que no tenga yo? ¿qué he hecho mal?-me seco las lágrimas.
-No tiene absolutamente nada. Y tú... no has hecho nada mal. He sido un idiota.
-Está bien, Dani. He cocinado y me he puesto guapa por ti. Llevo todo el día pensando en los "tenemos que hablar", convenciéndome a mí misma de que no tienen por qué ser malos, pero lo son, vaya que si lo son. No tengo ganas de seguir hoy. No tengo fuerzas. Necesito que te vayas.
-Me has dicho que ibas a dejar que me explicara.-se pone de pie, a mi altura.
-¿Tú cómo reaccionarías si yo te dijera que me he ido por ahí con un chico a pasar la noche a su casa? ¿te quedarías tan ancho? Pues yo no puedo hacer eso porque puede que yo no te importe pero tu me importas mucho. No tienes ni idea de la de noches que me he pasado sin dormir por pensar en cómo sería hacerlo abrazada a ti, en cómo sería notar terremotos por el cuerpo cada segundo a la que me rozara tu respiración. Comportándome como una cría, dicen que cuando se está enamorado se hacen gilipolleces y no sabes la de ella que he hecho.
-Anna, yo...-mantiene los ojos vidriosos.
Me mira y lo comprende. Coge la chaqueta y tras mirarme de arriba a abajo con cara de derrotado sale por la puerta.
No tengo ganas de pensar, ni de llorar, no tengo ganas de nada así que me pongo el pijama, me desmaquillo y me tiro en la cama. Mañana será otro día. Quién sabe si recibiré su llamada o si él recibirá la mía y dejaré que se explique. Eso nadie lo sabe. Lo que tengo claro es que le conozco y que por lo menos le agradezco que me haya dejado libre. Ahora lo único que tengo claro es que lo que la gente dice, lo que los guionistas escriben sobre los folios de los guiones de las series americanas etcétera, es verdad. La verdad sobre el "tenemos que hablar" es esa, no trae nada bueno nunca.

CONTINUARÁ...