domingo, 24 de febrero de 2013

Capítulo 21: Miedo.

Me quito mis tacones y comienzo a andar a lo largo del pasillo hasta llegar a su camerino. No me gusta espiar conversaciones pero ésta me interesa demasiado y no lo puedo evitar. La puerta permanece cerrada y escucho atentamente.
-No sé qué hacer...
-¿Cómo que no sabes qué hacer?
-Con Anna y Cris... Soy un mar de dudas. No puedo con esto. No puedo mirar a Anna a los ojos y eso es lo que más me jode.
-¿Has probado a hablar con ellas?
-No...-se oyen pasos probablemente en círculos producidos por Dani.-¿Qué quieres que les diga?
-Lo que pienses.
-¿Y con quién hablo primero? Es que no sé qué hacer.
-Pero dime qué ha pasado.
-Tú sabes que Anna y yo llevamos unas semana juntos y eso, ¿no?
-Pues... no.
-Pues ya lo sabes.-rápidamente continúa hablando.-Y cuando Anna se fue por lo de su madre Cris me dijo que me quería y yo hasta el momento no había tenido dudas pero desde que me dijo eso...
-¿Qué?
-¡Pues joder, que las tengo!
-¿Tienes dudas de querer o no a una persona?
-No. Tengo miedo de defraudar a Anna. Y encima todo fue tan extraño... Precisamente Cris fue la que me abrió los ojos, la que me empujó a Anna, a decirle lo que sentía y ahora es ella, Cris, la que me dice que me quiere... ¡Dime qué tengo que hacer!
-Ya te lo he dicho. Habla con ella. Primero con Cris. Pregúntale si lo que quiere es quererte o joderte.
-¿Crees que lo está haciendo por eso?
-Cris es una chica muy maja pero todo el mundo se transforma en cuestión de amor, Dani.
-¿Y Anna?
-Eso lo tienes que saber tú. Mira, es normal tener dudas y más cuando te pasa lo que te pasa a ti, pero llegará un momento cuando menos te lo esperes en el que sabrás si de verdad estás enamorado de ella.
Me deslizo por la pared. Mis ojos empiezan a derramar las primeras lagrimillas de lo que se convertirá en un río de éstas. Sollozo. Me seco con la manga de mi chaqueta las lágrimas y me pongo en pie. Corro hacia mi camerino y cierro sin hacer apenas ruido. Cojo el teléfono y le llamo. Intento que no se note que estoy llorando.
-¿Sí?-contesta rápidamente.
-Dani, tenemos que hablar.
-¿Cuándo y dónde?
-Ahora en mi camerino.
De pronto se abre mi puerta. Se queda con la boca abierta. Enseguida corre hacia mí. Me levanta la cara y me seca las lágrimas con el pulgar de su mano derecha. Mis mejillas están sonrojadas y mi pelo algo revuelto.
-Tienes dudas.-afirmo mirándole a los ojos.
-Tú también las tienes.
-¿Qué nos ha pasado? Comenzamos con tantas ganas. Parecía que el uno estaba enamorado del otro.
-¿Tú lo estás de mí?
-No lo sé.
-Anna, cuando salimos a la calle no dejas que te de la mano. Según tú es porque prefieres ir lento, pero llevamos casi un mes, creo que si no eres capaz de darme la mano, o de dejar que te rodee por la cadera con mis brazos... eso son dudas.
-¿Pero qué tipo de dudas? yo sé que te quiero, siempre lo he sabido. ¿Te has parado a pensar en que puede que no sean dudas, que sea miedo?
-¿Tienes miedo?
-¿A que Cris monte otra y me dejes de lado? Posiblemente.
-No te voy a dejar por Cris. Cris es el pasado.
-Eso dijiste cuando lo dejasteis por primera vez.
-La primera vez yo no me había dado cuenta de que día tras día la que conseguía que sonriera no era ella, sino tú.
-¿Y lo que le has dicho a Flo, qué?
Se sienta a mi lado, se frota la cara.
-Dani, dentro de una semana a esta misma hora, en este mismo lugar los dos. Una semana para que tanto tú como yo pensemos en lo que queremos de verdad ¿qué te parece?
-Que será lo mejor.
Le sonrío y apoyo la cabeza en su hombro. Él me da un beso en la cabeza, los dos con lágrimas en los ojos. Me despido de él, le dejo un beso en la mejilla.

CONTINUARÁ...


viernes, 15 de febrero de 2013

Capítulo 20: Todos los días de mi vida.

Ya es domingo, finaliza esta dura, pesada y aburrida y a la vez excitante semana. El avión acaba de aterrizar, habrá que ir llamando al taxi para ir a casa. Como es natural aún tengo que colocar el armario, preparar las cosas para mañana... Pero antes de llamar espero a salir fuera y a ver como está el panorama... Respiro aire fresco, el viento revuelve mi pelo y mis piernas empiezan a coger el calor del Sol ya de verano. Comienzo a andar aunque a los pocos segundo me detengo al respirar un aroma familiar. Un escalofrío recorre mi cuerpo antes de conseguir girarme.
-Ya pensaba que no me reconocerías.-sonrío tímidamente al verle ahí pero no me acerco. Le observo bien de arriba a abajo y me fijo en la posición de sus brazos, abiertos esperando a que llegue para al fin cerrarlos al rededor de mi cintura.-¿No te acercas? ¿me has cogido tanto asco?
-Cómo te voy a coger asco a ti...-me acerco a él y me aferro a su cuerpo mientras él me da besos consecutivos por la cabeza y la frente.-¿Cómo es que has venido?
-Aunque no lo creas te echaba de menos.-nos separamos y nos miramos.-Te llevo a casa o lo de ir "lento" creo que no va a ocurrir...-no le contesto, tan solo asiento diciendo sin palabras que sí. Me abre la puerta como de costumbre y mete la maleta en el maletero. Se sienta y se pone el cinturón.-¿Estás tan enfadada como para no decirme nada?
Suspiro y le miro:-No.
-¿Entonces?
-Tú tampoco tienes gran conversación.-echo la cabeza hacia atrás apoyándola en el apoya cabezas.-Lo siento, va.-le acaricio la mano derecha.-¿Qué quieres que te cuente?
Hablamos de la semana hasta llegar a casa, más bien de mí semana pero bueno, menos es nada... Me ayuda a subir las maletas a casa. Una vez vestida con la ropa de andar por casa nos sentamos en el sofá.
-Nos debemos unas cuantas explicaciones, ¿no crees?
-Supongo...
-¿Me dirás qué es "todo"?
-Dani, es que son cosas de crías. Me siento tonta de tan solo pensarlo.-me sonrojo.
-Pero si lo piensas será por algo, ¿no? Además yo también soy un niño. Un niño alto y con barba pero al fin y al cabo un niño, ¿no crees?
Sonrío porque creo que eso es lo que quería que hiciera y hablo: -¿Por qué la mirabas así? ¿por qué le hacías esas "bromillas"?
-¿A Cris?-se pone tan serio como yo.-Porque me lo dijo Flo.
-¿A ella también?
-Vale, será mejor que te lo diga ya y nos dejemos de gilipolleces.-de nuevo los nervios se apoderan de mis piernas, mis labios... Mis manos se enfrían y mi estómago se revuelve.-El martes tras acabar el programa Cris me citó en su camerino.-intento no perder los nervios y escuchar.-Creía que sería para comentarme algo del programa o para preguntar por ti o algo de eso pero no.
-¿Y qué ha pasado?-mi voz temblorosa se hace cargo de mis palabras.
-Me besó.-agacho la cabeza y le miro a los ojos.
-¿Qué pasó luego?
-Me fui de allí.
-¿Por qué?
-¿Cómo que "por qué"?
-¿Sin ni siquiera pedir una explicación?
-Sí, me fui a casa y pensé.
-¿En qué?
-En por qué, como tú dices.
-¿Y...?
-Y al día siguiente hablé con ella. Le llamé a primera hora de la mañana para quedar con ella en el parque de en frente de mi casa. A la hora estaba allí. Me dijo que aún me quería.
-¿Y tú que le contestaste?
-Que yo a ella ya no.
-¿Y estás seguro de esa respuesta? ¿Sin dudas?
-No te voy a negar que no las tuve, porque estaría mintiendo. Pero es mi ex, me besó y veo inevitable no pensarlo. Y te llamé el jueves con intención de decirte todo esto y decirte además lo mucho que te quería pero no pude.
Me sonrojo esta vez gracias a una sensación extraña: -Entonces ya estás seguro.
-Sí, sin ninguna duda. Todos los días de mi vida, junto a ti.
No esperaba que después de toda la historia dijera eso. La verdad estaba un poco desconcertada. Pero después de escucharle y después de ver la seguridad con lo que lo decía...
Me cerco lentamente a él. Me pierdo lentamente en su mirada, en sus preciosos ojos verdes. Cuando nuestras narices se rozan él sonríe, él y su sonrisa, la que prácticamente siempre consigue que haga que sonría. Nuestras lenguas se entrelazan mientras consigue levantarme la camiseta y comienza a rozarme lentamente la espalda con sus dedos. Repito sus pasos con su camiseta y estiro las manos colocadas en su torso. Los besos no cesan, los suspiros ni siquiera lo intentan. Los tirantes de mi sujetador caen y él remata la acción. Le beso en el cuello, uno tras otro sin dejar mis manos quietas. Cada roce provocado conscientemente con su cuerpo me produce escalofríos, escalofríos que me encantan.

CONTINUARÁ...

jueves, 14 de febrero de 2013

Capítulo 19: Cosas.

Jueves, seis de la tarde, tras 4 días sin hablar prácticamente con él recibo su llamada. Miro la pantalla del móvil que estaba metido en el bolso pequeño de mi bolso negro. Cierro los ojos, pienso qué hacer. Estoy en la sala de espera del hospital y tendría que salir a la calle, aunque creo que eso es una simple excusa que me pongo a mí misma para no tener que hablar con él. Aunque por otra parte aunque esté enfadada, o celosa o ya no sé ni cómo estoy, necesito hablar con él, escuchar su voz y si se deja caer la oportunidad escuchar algo dulce salir de su boca.
Descuelgo el móvil mientras me pongo la chaqueta para salir a la cuesta de la entrada del hospital. Estará bien hablar en un sitio abierto.
-¿Sí?-contesto lo más rápido que puedo al darme cuenta de que lleva bastante tiempo sonando y que puede que cuelgue en breves momentos.
-Anna.
-Dime.-respondo seca, se da cuenta.
-¿Pasa algo?
-Dani, cuatro días, cuatro días hace que no hablo contigo ni siquiera por Whatsapp. Te veo en la tele día tras día y lo veo todo.
-¿Qué quieres decir?
-Nada. ¿Para qué llamabas?
-Pues para hablar contigo.
-Sí, vale... ¿Y qué quieres?
-Hablar contigo, pero ahora no puedo. ¿A qué ha venido eso?
-¿El qué?
-"Lo veo todo"
-Da igual.
-No, no da igual. ¿Qué es "todo"?
-Dani, déjalo, son gilipolleces.-abro la caja de tabaco y saco uno. Con las manos algo frías para el tiempo que hace, consigo encender el mechero y así también el cigarro.
-¿Ya estamos?
-¿De qué?-reconozco que le acabo de contestar con un tono demasiado borde, sé que no lo merece pero es que no puedo con esto.-Dani, lo siento, creo que es mejor que cuando crea conveniente te llame y arreglemos esto. No tengo ganas de nada.
Cuelgo el teléfono. Le pego la última calada al cigarro y entro al hospital. Mi cabeza en otra parte, ni siquiera yo sé dónde está. No sé qué hacer. ¿Por qué todo se junta? no es justo.
Llega la noche, once de la noche, para ser más exactos. Llevo todo el día dándole vueltas al tema de la llamada ¿a qué si no? Me estoy comportando como un cría o más bien como una adolescente que tiene las hormonas no se sabe donde pero es que cuando se tienen celos, cuando se sienten celos hacia algo así es inevitable no comportarse así. Me trago mi orgullo, cojo el teléfono, busco en la agenda su nombre. Tras unos segundos decido llamarle. Mis piernas inquietas que no dejan de dar pasos por todo el salón, mis labios temblando al igual que mi voz, a la que apenas de salen palabras.
-¿Sí?
-Dani, tengo que hablar contigo.
-¿Ya estás tranquilita?
-Lo siento. Es que no sabes lo difícil que resulta estar así y llegar, veros y pensar que me voy a olvidar un poco de todo y...
-Y...
-Y sin embargo todo se hace más difícil.
-¿Y todo esto es por lo que creo que es? ¡Increíble, vamos! Anna, tienes casi treinta años.
-Ya, y tú.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Pues que podrías pensar un poquito en todo.
-¿Y en qué se supone que tengo que pensar?
-En que las cosas han cambiado. En que,-un nudo en la garganta se apodera de mi voz.-en que yo lo estoy pasando mal y vas tú y parece que te olvidas de mí cuando yo lo único que necesito es estar contigo.-se lo suelto de golpe, sin pensarlo a la vez que es lo que más he pensado en la vida. Un silencio se abre paso en nuestra conversación, oigo un suspiro que hace que cierre los ojos y me ponga a pensar en lo que acabo de decir, aunque a decir verdad casi ni lo sé.
Traga saliva antes de hablar:-No lo sabía...
-¿Por qué no me has llamado?
-No lo sé, Anna, no lo sé. Han pasado muchas cosas en cuatro días que llevas fuera.
-¿Que cosas?
-Demasiadas para contarte por teléfono...
-Dímelo, joder.
-Anna, no es nada malo, en serio. Tranquila.
-Está bien.
-¿Qué tal tu madre?
-Todo bien, ya está en casa.
-¿Y qué día vuelves?
-Pensaba volver el domingo por la noche pero creo que cogeré el vuelo de mañana... Oye, te tengo que dejar que llegan los niños a casa. Si quieres mañana hablamos, si quieres...
-Te digo que no te he llamado por...-se echa atrás.-razones varias.
-Claro. Bueno, adiós.
-Adiós.
Y justo cuando despego el altavoz del teléfono de mi oído él susurra un "te quiero". Cuelga el teléfono, yo lo guardo y salgo a jugar con mis sobrinos. Estará bien que me olvide un poco de todo esto.

CONTINUARÁ...




sábado, 2 de febrero de 2013

Capítulo 18: Seguro.

Noto mis piernas temblorosas y mis manos inquietas a la vez que mi cabeza le da vueltas y vueltas a las pequeñas pistas que Dani me va dando por el camino. Es el viaje en coche que más largo se me ha hecho en mi vida y aún queda algo. Según él y el reloj del coche tan solo llevamos 40 minutos pero resultan infinitos cuando esperas ansiosa algo que llevas esperando tanto tiempo.
-Pequeñaja, ya hemos llegado.-me susurra al oído mientras se quita el cinturón.
Hemos llegado a un lugar apartado de todo. No hay absolutamente nada, ni nadie, ni medio sonido. Me resulta inquietante. Mis piernas no cesan en su movimiento. Me rodea con sus brazos por la cintura y me llega hasta el lugar más verde de esa apartada ladera. En sus manos sostiene una especie de manta de campo que extiende en el suelo antes de dejar espacio para sentarme.
-Quédate aquí, ahora vengo.
Espero mientras observo el lugar. Busco algo que se mueva, algo que me dé alguna pista para saber donde estamos.
-¡Daniiiiiiiiiiiiiiii!
-¿Queeeeeeeeeeé?-grita él con su cabeza escondida en el maletero del coche.
-¿Tardas muchooooooooooooooooo?
-Cierra la puerta y viene corriendo hacia mí.-No, ya estoy.
-¿Dónde estamos?-pregunto con una sonrisilla nerviosa.
-Donde tú quieras estar.
-¿Eres tonto?
-Un poco, pero es verdad. No hay absolutamente nada. Tan solo estamos tú y yo y algún monstruo de esos gigantescos que te dan tanto miedo llamado por todos los habitantes de este mundo, "mosca"
-¡Imbécil!.-le doy una pequeña colleja, acto seguido le doy un tierno beso en la mejilla.-¿Me protegerás de esos terribles monstruos?.-arranco un par de hierbas y juego con ellas.
-Posiblemente me ganen la batalla, pero te protegeré.-nos miramos y sonreímos.
-¿Y por qué me traes aquí?
-Porque estamos tranquilos y es un lugar bonito, no digas que no. Además tengo ahí comida y cosas muy bonicas para pasar la tarde.
Sonrío hacia sus palabras, me acomodo en su hombro. Mientras él me mira, servidora fija su mirada en el frente.-Dani, este fin de semana sabes que me voy y que me quedo toda la semana en Mollet...
-No me acordaba... pasaremos la tarde del viernes juntos, ¿sí?
-¿Peli y manta?
-Y palomitas que no falten.
Le doy un beso en la mejilla, escondo la mirada en su cuello.
-¿Estás preocupada?.-me pregunta él entre besos que van a parar a mi cabeza.
-Un poco... ¿Me acompañarás al aeropuerto?
-Claro que sí.-Me acerca un poco más a él por la cadera, noto como su mano baja.-Estamos solos...-Sigue bajando hasta llegar a mi muslo. Levanto la cabeza y abro los ojos. Nuestros labios se acercan, nuestros párpados que se cierran al contacto con los labios de el otro, lenguas que se entrelazan, instantes que se hacen eternos, otros que parecen milésimas de segundos. Le tiro con delicadeza quedándome yo encima de él. Me levanta el vestido. El Sol ya ha caído. Nos sonreímos y aceptamos tan solo con la mirada. Su respiración en mi cuello que a los segundos se convierte en pequeños besos, en pequeños suspiros por mi parte...
-¿Seguro?
-Seguro.-afirmo con toda seguridad.
Otra vez más sus labios entran en contacto con los míos, al terminar el beso me muerde el labio y a partir de ahí comienza todo. Comienza el no querer que eso acabe nunca, comienzan las ganas de más, comienzan los momentos de seguridad absoluta, de felicidad absoluta...
Sus dedos desatan rápidamente los botones del escote de mi vestido hasta dejarlo caer por la altura de mis hombros. Le levanto la camiseta rápidamente. Vuelve a los besos en el cuello cada vez más acentuados, eso hace que yo no me resista a soltar un pequeño gemido. Sonríe orgulloso y continúa cada vez bajando más y más.


-Buenos días, pequeñaja.-Con esas palabras me despierta él a la que juega con las ondulaciones de mi pelo.
-Buenos días.-le acaricio la mejilla izquierda.-¿Qué hora es?
-Las diez y media.
-¿¡Qué!? ¡Es tarde Dani!
-Tonta, que solo son las nueve.
-Jobar.
-Es que eres más tonta... ¿desayunamos?
-No me quiero levantar... Ven aquí conmigo.
-Anna, que no es tarde pero como sigamos así si que lo va a ser.
-Solo cinco minutos de nada.
-Cinco minutos que te conozco.-Se abraza a mí.-¿Qué tal anoche?
-Bien, muy bien.-mi risilla nerviosa que no falte.-¿Y tú?
Saca a relucir su sonrisa torcida, ¡cómo me conozco esa sonrisa! habla por sí sola. Le doy la espalda mientras intento volver a dormir. Mientras tanto él sigue insistiendo en jugar con mi pelo.
-No te duermas, eh.
-Es que ayer me has quedado agotada, chico.
-Ya, ya... Lo que a ti te pasa es que estás enamorada de la cama y de su excelente almohada.
-Nah, en realidad es de sus suaves sábanas.
-Llevamos diez minutos, no querrás volver a llegar tarde al trabajo...
Vale, en eso lleva razón. Por mucho que quiera quedarme en la cama con él hay que ir a trabajar. Penúltimo día de la semana. Habrá que disfrutarlo antes de dejar paso a Cris.


CONTINUARÁ...